Un rincón donde los sueños se hacen realidad a través de las palabras. Sueña conmigo...

lunes, 31 de diciembre de 2007

Nazareno del Paso


El corazón se sobrecoge,
El jueves Santo toca a su fin,
Y su paso,
Lento y señorial,
Sobre una alfombra de romero,
Preceden la Esperanza de Málaga.

Nazareno de cruz solemne,
De paso agónico,
Que camina hacia su muerte,
Arropado por el verde manto de su madre,
Una madre esperanzada,
Una madre que reina en la noche malagueña,
Una madre que acompaña al Nazareno,
Por un calvario,
De verde y perfumado romero.

Su rostro no muestra cansancio,
No muestra temor,
Tan solo camina,
El Nazareno del Paso.

La luna ilumina la noche,
El pueblo se rinde bajo tu mirada,
El morado de tu túnica toma la plaza,
El hedor de la esperanza venidera perfuma el ambiente,
Y tú, Nazareno del Paso,
Tú, bendices a los presentes.

A mi madre, la luz que guia mi camino


Digna hija de tu madre, la cual estará orgullosa de ti desde ese comodísimo lugar de ahí arriba, me diste la vida. Quien mejor para traerme al mundo que tú, una mujer cuyo cariño hacia su marido e hijos es infinito. Entre los tres, me refiero a mi padre, mi abuela y tú, me iniciasteis en esto de la vida: primeros pasos, primeras comidas, primeras palabras…todo muy bonito, pero pasaban los años y yo seguía creciendo, y ahí empezaron las dificultades. Y es que, ¿cuántos malos ratos has pasado por mi culpa?, mejor no enumerarlos porque estaría aquí toda la noche. Son muchos los quebraderos de cabeza que te he provocado y tantos o más los berrinches que te has llevado por mis cabezonerías, sobre todo con la comida. Ahora nos reímos recordándolo, pero cuantas veces me habréis dicho, “Quique, come”, una frase que se había hecho fija de las comidas diarias. Pero al final, ya me ves, poco a poco voy creciendo en eso de la variedad alimenticia. Y todo eso es un logro tuyo, a tu perseverancia, a tu constancia y sobre todo a tu cariño hacia mi. Un cariño que siempre me ha arropado en todas las dificultades que la vida me ha ido imponiendo. Comidas, estudios, fútbol, siempre has estado ahí a mi lado, para saltar a la mínima necesidad que tuviera, incluso después del nacimiento del petardo de mi hermano, tu atención hacia mi no disminuía. Reina de los pequeños detalles, siempre atenta a todo, conseguías arrancar de mí una sonrisa, incluso en los días más tristes. Y aún así yo en vez de agradecértelo, te daba malas contestaciones, y tú al igual que la Virgen María, guardabas todo en tu corazón de madre. Poco a poco me has ido guiando por un sendero, que ¡fíjate por donde va ya! A lo largo de mi infancia y de mi primera juventud, porque aún soy joven, me has ayudado en todo, has sido el hombro en el que podía desahogar mis penas, olvidando las tuyas si hacía falta, aquella persona que suavizaba los enfados de mi padre, y muchas cosas más, porque para ti siempre era lo más importante. Siempre has sido así, tan buena, tan servicial, tan...MADRE, que quizá sea la palabra que mejor te defina, porque en ella sola se engloban todas tus características. Has sido y serás un espejo en el que mirarme.
Lo siento pero es que mi lenguaje no da para expresar tanto sentimiento de amor hacia ti y de agradecimiento por todo lo que me has dado. Tan solo espero poder haber estado a la altura de una madre como tu, y que algún día puedas estar tan orgullosa de tu hijo, como yo lo estoy de ti.
Siempre he pensado que si mi vida fuera un edificio, tú serias el pilar fundamental, aquel que sostiene todo el peso del edificio, y cuya falta provocaría el derrumbe del mismo.
Solo me queda decirte que TE QUIERO, y que ni mares, ni tierras, ni montañas, ni siquiera personas, podrán alejarme de ti y menos aún arrebatarte ese lugar privilegiado que tienes en mi corazón desde el momento en que abrí los ojos por primera vez y vi tu rostro. Y con un “gracias por todo” me despido, deseando que sigas a mi lado, ya sea en esta vida o en las que queden por venir,
Un abrazo de un hijo orgulloso.

domingo, 30 de diciembre de 2007

¿Dónde estás? (A mi abuela, donde quiera que éstés...)


Te espero,
Como cuando tú lo hacías, mientras estaba en el colegio,
Pero no llegas;
Te llamo,
Como cuando esperaba ansioso que me leyeras un cuento,
Pero no respondes;
Te busco,
Como cuando tenía miedo y me refugiaba en tus calidos brazos,
Pero no te encuentro;
¿Dónde estás?, ¿dónde te has metido?

Una parte de mi lo sabe,
Pero otra,
Siendo sincero,
No lo quiere admitir,
Aún te busca,
Te espera,
Te llama,
Aún cree que volverás algún día a recogerme,
Pero cuando la realidad golpea de muerte a mis sueños,
El peso de la certidumbre, recae sobre mi ya dolorida esperanza.

Esperanza de volverte a ver,
De volverte a escuchar,
De volverte a abrazar.
Pero el verde de mis sentimientos,
Se va tornando de un negro crespón,
Como el que luce mi alma,
En los momentos que no sueño,
Cuando acepto,
Cuando me resigno,
Cuando admiro la cruda realidad,
Aquella a la que temo,
Y me doy cuenta,
No estas, ni vas a estar.

Y es que,
El crespón del alma tapa un hueco,
Una parte de ella que ha quedado vacía,
Y que jamás podrá ser ocupada,
Haciéndome sentir como un puzzle,
Al que le falta una sola pieza,
Aquella que mostraba el lado más hermoso del dibujo.
Un puzzle que intento reconstruir desde tu ausencia,
Pero no puedo,
Así que he aprendido a hacer más hermosas otras piezas,
A crear un bonito puzzle,
Aún sin tenerlo completo,
Con el handicap de que ninguna pieza será tanto,
Como la que se llevó tu ausencia.

Pasa la vida


Pasa la vida,
Pasan los años,
Pero no esperaba que pasasen las personas,
Confiaba en su eterna y privilegiada compañía,
Pero los amigos,
Al igual que las plantas,
Se marchitan si no son bien cuidados.

Y es que a veces no entiendo,
No comprendo cómo,
Se puede cambiar tanto,
Cómo se puede pasar del blanco al negro
Sin motivo alguno,
O quizá por un motivo,
Pero lo desconozco,
Y eso me desconcierta,
Y aún peor, me entristece.

Miles de preguntas rondan mi mente,
Y miles de respuestas las responden,
La mayoría de ellas culpándome de lo ocurrido,
Al igual que las voces de mi alrededor
Que me señalan,
Cual Judas traidor en la última cena,
De romper el sentimiento más sagrado,
De enfriar ese sol tan caliente,
Que mantenía viva a esa flor ahora marchita.

Pero yo sé que no es así,
Que algo falla
En esa ecuación,
En la que el valor de x se ha perdido,
O quizás sea que x no tiene ya valor.

Puede que sea cierto,
Que algunos amigos,
Como muchas cosas en la vida,
Se quedan por el camino.
Pero me resigno a aceptar ese destino,
Para una amistad que prometió tanto,
Y que al final se quedó en nada.

Y es que no hay nada más doloroso,
Que ver como una amistad se marchita,
Ver como el sentimiento más maravilloso,
Se convierte en tu cruz más pesada,
Esa que subes hacia el Calvario,
Donde todos te esperan para culparte,
Por un motivo que desconozco,
Y que probablemente
Nunca conoceré.

Tu ausencia (Para Adrianna, la miel que endulza mis labios)


Tu ausencia me quiebra el alma
Diluye mi serenidad,
Aquella que reina en tu presencia.
Abro los ojos, pienso
Me falta algo.
Lo tengo todo ante mí,
Pero a la vez no tengo nada,
Me faltas tú,
Y esa ausencia arruina cualquier rastro de felicidad en mi interior.

Te echo de menos,
El rozar de tus labios,
El sentir de tus caricias,
La música de tus palabras,
El calor de tu mirada.

Y ahora te vas
Y mi alma se vas tras de ti,
Como si la vida le fuera en ello,
Porque en el fondo es así,
Mi vida, es tuya,
Y cual árbol más hermoso
Aflora en la primavera de tu presencia,
Y se marchita en el frío invernal de tu ausencia.

¿Cómo he llegado a depender tanto de ti?
¿Cómo me he permitido estar a tu merced?
Hechos ante los que mi yo anterior no se reconocería
Y me pregunto,
¿Será magia?, ¿será brujería?
Pero no, nada de eso,
Es algo más místico y hermoso,
Algo de los que muchos hablan sin saber que es,
Pero yo ya lo he descubierto,
Aunque durante un tiempo lo mantuve escondido,
Ahora lo digo con orgullo,
Es amor,
Un amor que crece y se descubre más
Con tu ausencia.

Una ausencia que me vuelve loco,
Pero yo no creo en historias de amores malditos,
Porque la distancia no es el olvido,
Sino una prueba para los corazones más ardientes.
Y esa prueba la he superado,
Porque para mí la distancia no es olvido,
Sino recuerdo.
Porque para mí el amor no es verdadero,
Sino te separas de el
Y vuelves para buscarlo.

Quizá lo que digo sea una locura,
Pero, ¿qué mayor locura que el amor?
Y es que estas palabras salen de lo más profundo de mi alma
Para revelarse ante aquello que la redime,
Tu ausencia.

sábado, 29 de diciembre de 2007

El mar


Las olas del mar borran tu nombre escrito en la arena,
Miró al horizonte pero no te encuentro,
Temo susurrar tu nombre por si te desvaneces,
Cual frágil sueño en la noche,
Te busco en los días más claros,
En las noches más estrelladas,
Te anhelo en las orillas de este mar que nos separa,
Y que a la vez nos une,
Pero no te encuentro.

Solo quedan recuerdos,
Momentos que ya nunca volverán,
Todos ellos,
De la otra orilla de este mar,
Un lugar que añoro tanto como a un hogar.

Pero, ¿a qué orilla pertenezco?,
Si mi corazón anda perdido
En mitad de este mar,
Anclado en esta playa,
Atrapado en esta arena,
Donde insistentemente escribo tu nombre,
Y el impío mar…lo borra sin dejar rastro.

Que dichoso es el mar,
Que llega a las dos orillas,
Sin dejar ninguna atrás,
Regando con cariño esas playas
A las que amo,
De las que mi alma salada se alimenta,
A las que necesito sin cesar.

Y a la vez,
Que desdichado es el mar,
Que me aleja de tu orilla,
De tu arena,
De mi hogar,
De aquella que fue mi playa,
Y ahora no puedo pisar.

Aún así,
Seguiré escribiendo tu nombre
En esta playa,
Sobre esta orilla,
Al otro lado del mar,
Ese mar que nos separa,
Y que espero nos vuelva a juntar.

Soledad


Soledad,
Bendito y a la vez maldito tesoro,
Que aguarda siempre
A la vuelta de cualquier esquina,
Que aparece siempre que la necesitas
Y a la que a veces cuesta encontrar.

Soledad,
Vieja amiga,
Compañera de tantos caminos,
Aliada de tantos problemas,
Enemiga de la sociedad.

Si, tú, soledad,
La que a mi lado camina
Saliendo al quite de mis problemas
Acompañándome en la oscuridad,
Dando voz a mi silencio,
Escúchame una vez más.

A ti soledad,
A la que a veces temo,
Y otras anhelo sin cesar.
A ti es a quien realmente quiero,
Mi querida soledad.

Tú que aguardas mis silencios,
Tú que iluminas mi oscuridad,
Tú que serenas mi tempestad,
Acompáñame una vez más.

Tú que guardas mis secretos
En la memoria del silencio,
Tú que escuchas mis pensamientos,
Tú que atiendes mis súplicas,
Acompáñame una vez más.

Crecer


Crecer,
Crecer en ese regalo que es la vida,
Avanzando hacia el final de la misma,
Sin siquiera poder mirar atrás.
Atravesando caminos labrados y por labrar,
Para quien sabe a donde llegar.

Pero para hablar de caminos,
Recitaría a un tal Machado,
Que nadie los describió como él.
Yo prefiero hablar de la fugacidad del tiempo,
Del ser ya mañana,
Cuando aún no se ha terminado el ayer,
Del estar siempre más cerca del final que del comienzo,
En definitiva,
De crecer.

¿Como asumirlo?,
Como aceptar que cuanto más puedes disfrutar,
Del mayor regalo que se nos ha hecho,
Menos tiempo nos queda para que se nos arrebate.
Incluso mientras me pregunto,
El tiempo pasa,
Y nos abandonan poco a poco momentos
Que nunca se volverán a repetir,
¿Cómo aceptarlo?
Me embarga la tristeza,
La tristeza de no poder disfrutar del olor,
Y la belleza de las flores,
Porque ya queda menos para que se marchite.

Crecer,
Ese maravilloso transcurso de la vida,
Que nos lleva al final de la misma,
¿Quién querría?,
¿Quién quiere embarcarse en un barco, cuyo destino es el naufragio?
Pero no hay elección,
Es un camino sin meta,
En el que algún día encontraremos un precipicio,
Inevitable por nuestra condición de humanos,
Y cuyo fondo es el final del camino,
Cual fosa a la que irán nuestros cuerpos,
En ese huerto del silencio,
Donde nos reunimos tras caer.

La fugacidad del tiempo,
La velocidad de ese segundero,
Que hace de nuestro reloj,
Un autentico tesoro,
Y a la vez,
Toda una maldición.
Un reloj que tememos que pare,
Pero que no queremos que corra,
Un reloj cuya fecha de caducidad fue puesta en el día de su creación,
Para muchos por ese algo que nos recogerá del precipicio,
Evitando nuestra caída.

Y a ese algo le pido respuestas,
Porque en mi camino aún no las he encontrado,
Tan solo aprendo a caminar,
Mirando lo que dejo atrás,
Porque hasta ahora lo único que me enseñó el camino es a ser fuerte,
Que todos ellos van a llegar a la misma meta,
A esa meta que intento evitar desde hace tiempo,
Pero que poco a poco comprendo que debo aceptar,
Porque es la ley que impone el tiempo,
Y el segundero sigue su curso,
Mientras yo persigo unas respuestas,
Que no evitarán mi destino,
Pero espero que me ayuden a aceptarlo.

Mientras, seguiré creciendo,
Y aprendiendo a caminar,
Porque las respuestas estarán en el camino,
Y eso es algo que he aprendido,
Escribiendo en mi sofá,
Mientras perdía el tiempo,
Soñando con un mañana que acabará siendo ayer.

Finalmente comprendo,
He pasado muchos años negándome a aceptar,
Que todo lo que empieza tiene que acabar,
Pero los caminos enseñan,
Y aunque he recorrido pocos,
Ya he aprendido bien,
Que crecer es ley de vida,
Y nada se puede hacer,
Ante la impasible mirada de un reloj,
Que no deja de contar las horas,
Pero que tiene las horas contadas.

Voces


La duda resquebraja mi sueño,
Mi paz interior,
Aquella que tanto me costo conseguir,
Se ha ido,
Me ha abandonado,
Porque aquellas voces que un día logré callar
Atormentan de nuevo mi cabeza,
Con palabras, con sueños,
Con deseos que nunca llegaron a esfumarse,
Y que ahora,
En mitad del camino,
Han vuelto para ganar la batalla al olvido.

Son verdades como puños,
No lo puedo negar,
Pero,
Hay una pregunta que ronda mi mente,
¿Me dará ese camino la felicidad?
Las voces no me responden,
Solo guardan un momentáneo silencio,
Antes de volver a susurrar,
‘te arrepentirás’.

¿Qué hacer?,
¿Cómo actuar?,
Mi cabeza busca un camino, una salida,
Pero,
Solo encuentra dos,
Cada una bien distinta y separada,
Una con más luz que la otra,
Pero desconocidas ambas.

Las voces, cuyo incesante sonido es interminable,
Me llevan por un camino de flores,
Un lugar donde el sol nunca duerme,
Y donde la vida siempre sonríe.
Pero tengo miedo,
Miedo de perder lo que ya he logrado,
Miedo de arrepentirme,
Miedo de que la felicidad que hoy depende del corazón,
Mañana dependa del dinero,
Porque eso no es ser feliz,
Sino ser esclavo.

Mientras lo escribo,
Las voces siguen susurrando sin cesar,
Consiguiendo poco a poco su objetivo,
Dejando en mi cabeza una única salida,
Una salida que quizás no sea mala,
Pero es desconocida,
Y lo desconocido me asusta.

Se que son mis sueños,
Mis anhelos,
Mis mayores deseos,
Y aunque la vida me enseñó a valorar otras cosas,
Siguen siendo mis sueños,
Mis anhelos,
Mis mayores deseos,
Y las voces no cesarán hasta que llegue a la meta,
Una meta por la que renunciaría a muchas cosas,
Pero,
¿Renunciaría a la meta por alguna cosa?

Las dudas continúan nublando mi cabeza,
Me cuesta pensar con claridad,
La familiaridad de los susurros
Me hace pensar con subjetividad,
Y noto como pierdo el control sobre mis deseos.
El peso de mi conciencia recae sobre las voces,
Pero no para callarlas,
Sino para darles un eco que termina por desequilibrar la balanza,
Una balanza que decidiría mi futuro.

Poco a poco se diluyen,
Mi cabeza vuelve a encontrar la paz que perdió,
Mis oídos disfrutan del ansiado silencio,
Pero,
¿Qué será de mi?,
¿He elegido bien?,
Las voces ya no están para responderme,
Pero se,
Que a preguntas como estas,
Las responden los más sabios,
Porque no hay mejor profesor,
Ni mejor aliado
Que un tiempo bien utilizado.
Y es que al final de todo,
Es el tiempo quién valora nuestras acciones,
Y me despido esperando,
Que un lejano futuro,
Valore las mías.

Cómo hablar


Como hablar cuando el miedo silencia tus palabras,
Como hablar, si el dolor ciega tus sentimientos,
Como hacerlo si el corazón ha perdido la batalla,
Y es tu cabeza quién tomó el control.

Como hablar, si el llanto y la tristeza
Son el precio de cada palabra,
De cada frase, de cada oración.

Como hacerlo si a cada intento mueres por dentro,
Si en cada batalla pierdes tu mejor aliado,
Aquel que hasta ahora nunca te había fallado,
Aquel que cuyo bombeo te daba la felicidad,
Aquel que iluminaba hasta el lugar más sombrío.

Y aún así, busco la manera de sacarlo adelante,
Porque rendirme me lleva a la muerte,
Y luchar me devolverá la vida,
Esa vida que un día se fue,
Y me dejó aquí,
Cual padre que espera el regreso de su hijo prodigo,
Cada mañana, cada tarde, cada noche,
Esperando recuperar aquello que un día tuvo,
Y que no aprendió a valorar hasta que lo perdió.

La desesperación me ronda la mente,
Mi interior se engalana de negro funeral,
Mientras mi cabeza se alimenta de mi debilitada esperanza,
Para poder seguir adelante,
Parar seguir deambulando por la vida,
Sin más pena que gloria,
Con todo pero a la vez sin nada,
Consiguiendo que mi mundo del vaso lleno
Se vaciara tan rápido, y a la vez tan lento.

Como hablar si el corazón llora de tan solo pensarlo,
Como hablar si tus lágrimas inundan los ojos de otros,
De aquellos a los que quieres,
De aquellos por los que harías cualquier cosa,
Hasta ocultar tu dolor más profundo,
Por darles su merecida felicidad,
Por ofrecerles una luz,
Que ni yo mismo encuentro,
Una luz por la que daría todo,
Pero,
Mi corazón sabe que ellos van primero,
Que prefiero vivir en oscuridad,
A ver la tristeza caer por un rostro querido.


Y ante todo esto me pregunto,
¿Cómo hablar?, ¿Cómo hacerlo?,
Cómo expresar el dolor,
Antes de que la lágrima haya muerto en tus mejillas,
Como hablar cuando la vida te ha dado la espalda,
Y tu orgullo le devuelve la jugada.

Si alguien lo sabe que me lo diga,
Porque el dolor que no mata por fuera,
Lo hace por dentro,
Y aquel corazón que siente y no habla,
Se enfría y se endurece,
Muriendo, lentamente.

jueves, 27 de diciembre de 2007

Navidad


La Navidad, ese tiempo “cristiano” en el que las personas celebran, muchas no saben qué, otras el nacimiento de Cristo, y otras cumplen con las tradiciones sin más, se ha consagrado como un tiempo de unión, en el que te reúnes con las personas queridas, o al menos, con todas las que puedes, ya que difícilmente la felicidad será completa.
También es tiempo para echar de menos a los que no están, a aquellos que el año anterior disfrutaron contigo y ahora, por cualquier motivo, ya no pueden hacerlo. Una época con esa ambigüedad que genera en cada persona: tristeza por aquellos que no están o alegría por el encuentro con tus seres queridos…maldito dilema, que destruye más de una ilusión y más de una Navidad.
Para los teólogos y religiosos, esto se aleja mucho del verdadero sentido de la Navidad, pero siendo realistas, es en esto en lo que esta celebración se ha convertido.
Regalos, marketing, negocios, publicidad…pero sobre todo familia, o al menos, lo que queda de ella.
En una sociedad en la que los jóvenes son cada vez más descastados e independientes, es de agradecer este tipo de días, en los que todos se reúnen, y por un día, se olvidan las rencillas, y los malos momentos, para disfrutar de los tuyos, para sacar a relucir nuestras mejores sonrisas de ese baúl olvidado de recuerdos.
Y es que, quizá sea ese el verdadero mensaje de la Navidad, sin tanta religiosidad de por medio, podríamos decir que la Navidad consigue en un día lo que nadie durante 364 o 365. Aunque después, la cena acaba, y todos caemos en la dura realidad, pero eso sí, habiéndonos llevado ese disfrute, ese rato alegre, que inunda nuestras vidas de una rebosante felicidad.
La felicidad que nos proporciona el hecho de tener cerca de nuestros seres más queridos durante una noche, porque para mí, y para mi humilde opinión, es el verdadero milagro…
Bien es cierto que para otros, no significa más que un suplicio…y es que para ellos, dicho en tono jocoso, el milagro no es la llegada de Cristo, sino la ausencia de tu cuñado, tu suegro o cualquier otro pariente al que no aguantas.
Viendo esto, creo que para muchos estas fechas no son Navidad, sino una excusa más para darse lujos y comprar regalos, pero, al menos para mí, es un tiempo de familia, de amigos, de estar con aquellos a los que quieres y poder disfrutar de su compañía, aunque siempre seguirá faltando alguien a mi lado…pero en eso consiste la Navidad. Estamos perdiendo las tradiciones y los valores, pero por favor, no nos perdamos a nosotros mismos, porque sin nosotros, no existirá la Navidad.

sábado, 22 de diciembre de 2007

Realidades

Hoy toca hablar de realidades, siguiendo un poco con la explicación del título del blog. En realidad, no sé realmente si me encuentro en un sueño o en una realidad, quizá sea por momentos. O tal vez, sea un sueño hecho realidad, no lo sé. Lo único que sé es que estoy viviendo, y, por tanto, el tiempo pasa a mi alrededor, ya sea en un sueño, o en la cruel vida real. Lo cierto, es que esa realidad, esa vida que nos ha tocado vivir, tiene su “intríngulis” particular, en palabras de la cantante Merche, “te da una de cal y otra de arena”, aunque también hay que decir que hay veces que se pasa en demasía con alguna de las dos.
Y la cruda realidad a la que nos enfrentamos es que estamos solos en el mundo. Las personas caminamos solas, y a la mayoría no le gusta, de ahí que surja la necesidad de comunicarse con los demás, de estar acompañado. Pero, ¿por qué nos alejamos de la soledad? No es miedo a estar solo, ni aburrimiento, es algo mucho más simple, aunque nadie quiera aceptarlo.
La soledad, ese sentimiento trágico de la vida, según algunos, nos permite estar a solas con nosotros mismos, analizarnos, y de algún modo, vislumbrar nuestros “pecados”, nuestros errores, nuestros secretos más ocultos; y nadie o casi nadie, es lo bastante valiente para enfrentarse a eso. De ahí, la famosa cita: “El peor enemigo de uno, es uno mismo”.
Esa es nuestra realidad, la realidad de cualquier ser humano. Y quizás, y esto es solo una suposición, de ese miedo, surja parte de nuestra dependencia a creer en un Ser superior, que nos redima, que apacigüe nuestro interior.
Vivimos presos de nuestros miedos. De hecho, él es el que marca nuestros límites. Quizá sea ese el motivo por el que nos evadamos en nuestros sueños, viviendo en un mundo de esperanza, durante un momento, y abandonando ese tenebroso lugar que es la realidad, un mundo al que muchos temen, precisamente por miedo a no enfrentarse a él.
Pero la vida también te enseña, a enfrentarte a la realidad, a superar tus propios miedos y enfrentarte a tus demonios, y es que lo que no te mata te hace más fuerte. Y así, debemos seguir, luchando por nuestro sueño, que no es otro que acabar con el miedo a la soledad, a nuestra realidad.
Y que irónico, que la mejor manera de conseguir nuestros sueños, sea enfrentarse a la realidad, nuestro campo de batalla diario.

domingo, 16 de diciembre de 2007

Sueños

Así, he decidido titular mi blog. Una idea que venía rondando mi mente durante mucho tiempo, y después de tantas y tantas intentonas, creo que ha llegado el momento de comenzar a ser serios. Los 20 años, hacen a uno ver, por lo menos a mí, que la vida pasa fugaz, que eso de "caminar por la vida" es un mito, puesto que durante nuestra existencia, no hacemos más que correr de una estación a otra, para no perder los trenes que se nos presentan, la mayoría de ellos nunca volverán a pasar, por ello andamos raudos, sin mirar atrás, ni adelante, solo pensando en el próximo tren, ese que no podemos perder.
Pero en el transcurso de ese tiempo, no hacemos otra cosa que perdernos esas pequeñas cosas, eso que nos rodea, aquello que nos acompaña en el camino y que muchas veces olvidamos cuando cambiamos de tren.
A todas aquellas personas que siguen ahí, a pesar de los trenes, los suyos y los míos, a pesar de las distancias, y de todo lo demás, gracias, porque me han enseñado a valorar aquellas pequeñas cosas, que al final son las que cuentan.
Y es que no todo en la vida, consiste en coger los trenes, por no abandonar la metáfora, si no que, a veces, merece la pena perderlo con tal de disfrutar de lo que tienes, de eso que te hace feliz. Porque cambiar de tren, significa empezar de cero, abandonarlo todo, todo lo que te hacía feliz, por algo supuestamente mejor, pero que desconoces si te hará feliz.
Y digo yo, ¿qué es más importante: ser feliz o ser alguien? Admiro a quienes pueden complementar ambas tareas, incluso los envidio, pero el resto debe elegir.
Yo aspiro a no elegir, ese es mi sueño. La felicidad, ya la he encontrado, anhelo a mi familia, pero pronto estará cerca, y en el resto de aspectos me siento genial, pero...a veces, el ruido del tren asalta mi mente, seduciéndola, ofreciéndole un mundo de reconocimiento, pero no de felicidad. Y yo busco ambas cosas, y no descansaré hasta lograrlo.
A pesar de todo, no me tachen de soñador, puesto que aquellos que antes fueron llamados así, se quedaron en el camino, llamadme espartano, porque no me arrugaré en la batalla, e incluso, una derrota me seguirá sabiendo a victoria, ¿por qué? os preguntareis. Pues, porque soy feliz