Un rincón donde los sueños se hacen realidad a través de las palabras. Sueña conmigo...

viernes, 27 de marzo de 2009

Contra la crisis: Felicidad

Silencio, que se calle el aire...disfrutemos de lo que nos rodea, de lo que está ahí y no hace ruido, de aquello que nos cuesta darnos cuenta de que existe, pero echamos en falta cuando no está, de esas pequeñas cosas, que conforman un mundo maravilloso. Y es que en esas pequeñas cosas está el camino más corto, y a la vez más largo, hacia la felicidad. Dios sabrá la de versos y párrafos que habran salido de mi cabeza, hasta que la palabra felicidad ha vuelto a salir tan libre, tan resuelta, tan cierta. No preguntes como ni por qué, la alegría es un sentimiento que nos embarga sin que nos demos cuenta, sin patrones determinados. No es algo que busquemos y encontremos al instante. Viene y tal y como ha venido puede marcharse, impune, dejando un vacío irrecuperable, tan solo por ella, esa prostituta errante a la que llaman felicidad, que te visita cuando su agenda lo permite y que a veces se marcha dejandote a medias, con la cara de tonto, y el ego destruido. Siempre pensé, y los más futboleros me entenderán, que en la mayoría de las ocasiones, la vida es como ser del atlético: vives en un eterno sufrimiento, con la esperanza de que cualquier tiempo pasado o futuro fue o será mejor. Que jodido anda todo...pero yo soy feliz, o eso creo, porque de tanto no ser feliz, se me olvidó hasta como se sentía uno cuando todo era luz, y hasta con los ojos cerrados lo veias todo claro...
Ay que ver, tal y como está la vida, con la crisis que hay...es que nadie puede ser feliz, porque si no hay dinero y el dinero da la felicidad, a ver quien tiene cojones de ser feliz sin una hipoteca de por medio...Y encima ahora voy y me siento feliz, esto no hay quien lo entienda, porque el problema sigue siendo el mismo, que el dinero da la felicidad, pero la felicidad no da el dinero...y sin dinero uno o puede ser feliz, ¿o sí? Aunque a mi lo de ser feliz me hace sentir bien, y de momento, con eso y un buen cinturón, uno va tirando, más mal que bien, pero eso sí, más feliz que una perdiz.

domingo, 8 de marzo de 2009

Mi página en blanco

Te vas, y el desconocimiento me mata por dentro. Nunca he ansiado tanto saber. Nunca me he sentido así. Nunca he caido sin tener la certeza de que me iba a levantar. Y de nuevo, desde el baul de las causas perdidas, el miedo a lo desconocido me asusta. Temo volver a empezar, lo temo todo, soy como un niño recien nacido que comienza a enfrentarse al mundo.
No se que hacer.
Anhelo saber. Necesito saber. La incertidumbre nubla mi juicio, apaga mi vida, y vuelvo a convertirme en nocturno. Mi mente se ha desconectado, mi cuerpo camina bajo mínimos, y mi único refugio eres tu, mi querido folio en blanco, que rellenas mi vida a la vez que yo relleno tu espacio, con mis penas y mis agravios.
Tú, mi querido folio en blanco, cuya paciencia dura, lo que da de sí tu blancura, que se ennegrece no solo con la tinta de mi pluma, sino con la sangre de un corazón roto en pedazos, simplemente porque el folio donde escribía se terminó.
La tristeza vuelve a gobernarme, consciente de que el final de esta bonita relación surgida entre mi pluma y tu blancura, está escrito, aún estando sin escribir.
Nos despedimos, y vuelvo a estar solo, tan cerca del final, como del principio. Agradezco tu paciencia, lloro en tu despedida, y te entrego mi alma, que invade tu espacio con lágrimas de sangre, y tú, enamorada de mi pluma empedernida, me tranquilizas, justo al borde de nuestro final, y me dices con ternura, que pase página.

jueves, 5 de marzo de 2009

Soñar despierto

Soñar despierto. ¿Cómo hacerlo? me pregunto, sin caer en esa cruda y antagónica realidad que a veces y solo a veces te sorprende y te hace un regalo en forma de sueño cumplido, aunque la mayoría de ellas sea simplemente una realidad convertida en sueño, por el simple hecho, de tener un sueño hecho realidad.
Qué bueno, eso de soñar despierto, y qué iluso. Dichoso el que pueda evadirse, y vivir inmerso en un paraiso terrenal disfrazado, ocultando ese patético producto interior bruto que inunda la tierra, y con el que tenemos que lidiar todos aquellos que soñamos, cuando el mundo duerme y si me apuras, da un poquito de menos asco...porque dormir es soñar, o al menos el intento.
Todo se asemeja al trabajo de una redacción, un sueño entre palabras, que te permite disfrutar del mundo a distancia, hasta que te llega la hora de salida, y descubres que ese mundo de sueños que escribiste, no es más que la farsa de la cruda y caricaturesca realidad.