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jueves, 9 de abril de 2009

Diario de un penitente en la Semana de la Santa Crisis IV

Ya pasó el Miércolés Santo. La Paloma volvió a marcharse volando tras su desfile glorioso por las calles de Málaga. El "Rico", que en estos días es más pobre que nunca, volvió a liberarnos a todos, absolvió nuestros pecados, pero no nuestros problemas, y depués de tan magnánime gesto, la crisis seguía ahí. Ya habíamos recorrido la mitad del camino de nuestra penitencia, y aún no veía resultados, tan solo ese "milagro" que nos brindó el Cautivo, quién sino, con la marcha de Chaves en su querido Lunes Santo.
Pero no pierdo la esperanza, mi penitencia continúa, con la vista puesta en el día grande, ese Jueves Santo, que empieza cuando la noche del Miércolés toca a su fín, cuando resuenan unas cornetas y el silencio se apodera de una Málaga compungida, que observa expectante la última expiración de un Cristo, que suspira por todos una última vez.
La Guardía Civil custodia esa última expiración, justo cuando expira el Miércoles Santo, justo cuando todos, o al menos yo, empezábamos a ahogarnos, justo al límite, la penitencia vuelve a tener éxito, y se me ofrece un alivio, otra calada de aire que llena de esperanza mis pulmones, a la espera del día grande.
Un Miércoles Santo que nos enseñó que la crisis puede solucionarse fusionándose, aunque es triste ver como las cofradías se fusionan mejor que nuestros bancos, que ya está bien de hacernos sangre entre nosotros, porque es hora de darnos la mano, y avanzar.

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