Un rincón donde los sueños se hacen realidad a través de las palabras. Sueña conmigo...

lunes, 13 de febrero de 2012

Mensaje en una botella

Hace años que no te escribo, y he decidido lanzar este mensaje al mar. No es que te tenga en el olvido, ni mucho menos. Te marchaste dejando recuerdos en latas de conservas, guardados en ese refugio nuclear que es mi memoria. Aparecen con el viento, con las olas o con cualquier ápice de vida que me rodee. Porque muchas de tus vivencias fueron las mias, porque juntos conocimos los entresijos del mundo, y ahora que formo parte de él, no puedo dar un paso sin recordar. Porque recordar, aunque traiga dolor al principio, es sano. Orgulloso me hayo de haber vivido lo que viví y de haber disfrutado lo que disfruté. El destino te llevó lejos, donde mis obligaciones con la vida me impiden alcanzarte. Allí, ya estaba Ella esperando. Aguardando, preparandolo todo. Siempre fue así. Cuidó de todos hasta el final. Y si alguno de nosotros somos algo, en gran medida será por Ella. Hasta con su marcha, nos preparó a todos para lo que vendría después. El dolor de una pérdida es tan irreparable como incontable. El dolor se sufre, pero no se mide. Cada uno lo lleva a su manera, la que le permite su cordura. Y en estas fechas aparecen más recuerdos. Todo pasó de repente. Un día estabas aquí, cumpliendo años y al otro nos estábamos despidiendo. Cuánto nos ha dado la vida y de cuánto nos ha privado. Aun te añoro. Ese vacío, sellado a fuego por la careta del olvido, seguirá latente siempre. Pero sigo adelante. Por vosotros, por lo que nos enseñasteis, y porque alguien merece que le enseñe lo que yo antes aprendí. Mientras tanto, pasa el tiempo. Y los recuerdos. Hasta que algún día, sean otros los que se despidan de mí. Porque así funciona este circo. Nos vemos en la próxima función.

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