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lunes, 19 de septiembre de 2011

'Por la gracia de Dios'

Caen la noche y las persianas, y siempre es buena hora para reflexionar. En mi último viaje descubrí que la política no tiene límites. Política, una palabra que genera animadversión, pero que muchos asocian a un único aspecto de la sociedad y de la vida. Pero nada más lejos de la realidad. La política, como medio para un fín, cuyo fin es ella misma, lo rige todo. Política es lo que hacemos a diario. Todo aquello que decimos o hacemos con el fin de avanzar. En el fondo, todo eso es hacer política. Ni la religión se escapa de ella. Ver como sacerdotes se sumergen en una guerra de 'contactos' y mueven hilos para desterrar a otros a este u aquel sitio, por simple envidia o cualquier sentimiento ajeno a las enseñanzas cristianas, resulta cuanto menos llamativo. Es cierto que vivimos en un mundo sin escrúpulos, donde la demagogia barata le sirve a cualquiera para encontrar su pertinente excusa. Por simple teoría parece que la Iglesia se mantiene alejada de esto, pero la Política es como Dios, está en todas partes. Ascensos, castigos y destierros, no son más que la punta del iceberg, convirtiendo el Vaticano en la Moncloa eclesiástica, y las iglesias en meros ayuntamientos de barrio. Si algo de lo que haces no gusta, te pueden quitar de las listas o mudarte al rincón más humillante del planeta, eso sí, 'por la gracia de Dios'. Aunque a Dios imagino que le hará poca gracia ver como se usa su nombre en vano a diario por unos señores cuyo bastón de mando es la Biblia...

Como en todo, generalizar daña la imagen de los pocos que sufren las penurias por hacer bien su trabajo. La política de empresa dicta unas directrices de las que salir puede costar caro. Ser párroco de barrios marginales suele ser el destino preferido de destierros por los 'iluminados' que creen estar por encima de un mundo que precisamente 'vende' que todos raseamos a la misma altura. Pequeñas y grandes dosis de hipocresía barata que acaban contradiciendo su propia existencia. Entiendo que muchos sabrán de lo que hablo y a quien me refiero. Pero, ejemplos aparte, vamos al tema en cuestión. Si alguién sabe de algún sacerdote al que no pueda comparar con Rajoy o Rubalcaba en sus exposiciones, avísele que está a punto de ser deportado. Es el precio de la fe...y de la política.

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