Una rosa

Del hermoso jardín del Paraíso,
A cada uno le corresponde una rosa,
Sin que podamos elegirla,
Por azar (o no) nos es concedida,
Y debemos cuidarla
Quererla,
Respetarla,
Y amarla
Como si del bien más preciado se tratara,
Porque en el fondo,
Y aunque a veces
El resto de flores nuble nuestro juicio,
Es así.

De entre todos,
Yo fui el más afortunado,
Yo conseguí la mejor de todas.
No por sus enormes pétalos,
Ni por la fortaleza de su tallo,
Sino por su sencillez,
Por su ternura,
Por el cariñoso perfume que constantemente destilaba,
Tanto,
Que mi corazón se impregnó de ella,
Y cuando todas aquellas rosas hermosas perecieron,
Ella se mantuvo a mi lado…
Se había convertido en la rosa de los vientos
Que orienta el mapa de mi vida.