
Mujer sin rostro,
Sin experiencia,
Sin constancia,
Sin recuerdo,
Sin amor,
Pero mía,
O al menos lo fue.
¿Qué será de ella?,
¿Me habrá olvidado?,
Porque yo lo intento y no puedo,
Su llama sigue encendida en mi interior,
Y aunque la sople no se apagará,
Y aunque la prendan, no se avivará,
Y no lo entiendo.
Necesito algo,
Y no lo encuentro,
Busco la felicidad,
Y no la encuentro.
¿Rendirme?
No.
¿Luchar?
Tampoco.
Y me encuentro en mitad de un mar,
Sin rumbo,
Sin viento a favor, ni mareas en contra,
Enrolado en un laberinto,
En ese laberinto,
Al que llaman mujer.
Esa mujer sin rostro,
A la que busco,
Y no encuentro,
A la que necesito,
Y no está para ayudarme,
Y me siento solo,
Muy solo,
Porque por un día conocí la felicidad,
Y ahora,
La quiero para siempre.
Pero para ello,
Debo ponerle rostro.
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